El guía del museo y su alquimia

La visita guiada no solo es un “servicio más” que ofrece el museo; lo ideal es que sea percibida -tanto por el visitante como por la misma institución-, como otra forma de comunicar el patrimonio; y el énfasis debería centrarse en  “ser una experiencia enriquecedora”.
La nueva museología, las nuevas tecnologías y las tendencias actuales en comunicación, exigen visitas guiadas “acordes” con ellas.  ¿Cómo hacemos entonces los guías de museo para aggiornarnos y comunicar mejor el patrimonio?…
Principalmente, debemos adaptar los contenidos de la visita a las necesidades y características del visitante; las cuales se detectan “in situ”, en los primeros cinco minutos en que uno está frente al grupo. No hay una técnica específica: más allá de las preguntas que uno puede realizar en la presentación, hay una “lectura” espontánea del grupo que sólo viene con la práctica, como si uno desarrollara “un olfato especial”.

Por lo tanto, no desplegamos el “speech” o guión de la visita de una forma rígida, sino que lo trabajamos flexiblemente en base a lo que el grupo requiere. Pero siempre en el momento nos asalta la duda: ¿Ponemos énfasis en el objeto, en el contexto o en el mensaje?… ¿O lo ideal sería un poco de todo?…
¿Cómo jugamos con los criterios museográficos para que sean sustento de nuestro relato?… Y a su vez, ¿cómo hacer que nuestro relato complemente y enriquezca la museografía?…
Son muchos factores a tener en cuenta. Amalgamarlos en su punto justo permite el disfrute de la armonía y crea las condiciones para que la visita guiada sea realmente una “experiencia”.

No debemos perder nunca la perspectiva. Como guías de museo, ¿Qué nos proponemos?: ¿inducir o conducir?… ¿informar o comunicar?… ¿impartir o transmitir?…
¿Y qué acción sugerimos que lleve a cabo el visitante?: ¿escuchar o vivenciar?… ¿mirar o participar?… ¿observar o aportar?… 

Son distintos verbos; según cuál usemos cambia completamente la concepción y el enfoque que se le da a la visita.No hay recetas mágicas. Cada uno debe encontrar la fórmula que le resulte más apropiada. El arte de guiar es manejar la conjunción de elementos con maestría… y en eso reside la alquimia del guía de museo.


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